Escrito por: Javier Pons Olivares.
Pues sí, me voy. Me voy con el
puño cerrado, el ceño fruncido y la tensión por un futuro incierto, pero no el
mío, sino de los que se quedan, gente querida que quedará en un país, que si
miro hacia atrás arde hasta los cimientos. Me voy a buscar la suerte que no
encontraré aquí, en mi propio país, en el que la picaresca ha dado paso a la
inhumanidad, la paz a la pasividad ciudadana y la pandereta a la irónica
peineta.
Mientras camine hacia el
extranjero escucharé en mi mente voces de cargos públicos utilizándome…Quiero
dejar constancia aquí y en todo foro público en el que pueda, que me siento
insultado, que siento vergüenza ajena ante la aberrante actitud de un gobierno
ilegítimo que se atreve a decir que un flujo de migración como el que vive
España tiene un lado positivo o resulta ser para formarnos mejor en el
extranjero. Entiéndanlo de una vez, queridos gobernantes: Nos vamos para no
volver, por lo menos mientras ustedes sigan gobernando, mientras sus inútiles
zarpas sigan manejando los finos y delicados hilos de nuestros destinos. En
tiempos de una CRISIS en mayúsculas, en la que la situación es crítica y no se
puede jugar con los números, porque estos finalmente son vidas humanas,
necesitamos gente hábil y capaz de representar el clamor popular y la vida, no
meros tecnócratas y administradores con una careta de demócratas que deciden lo
que es bueno para los números y no lo que lo es para las personas.
Yo soy uno de esos números, soy
un porcentaje ínfimo que no puede cambiar nada, pero que intenta hacerse
escuchar. Mi historia es la común a la gran mayoría de jóvenes, los que
decidieron estudiar algo que les apasionaba y no entrar en el juego del dinero
y, también uno de esos que estudió ciencias sociales pensando que podría hacer
algún cambio a mejor en este precioso mundo lleno de mentes perversas. Justo
cuando ya aplacaron mi mente con dosis de lo que la gente llama “realismo”
decidí seguir mi propio camino. Soy un ciudadano, de clase media (una clase
fantasma y ahora en vías de extinción), con vocación de profesor y sin delirios
de grandeza, esperaba ganarme la vida sin destacar, pero educando porque creo
que esa es la manera de mejorar la calidad humana. Sin embargo, todos mis
proyectos se truncaron por “Don Dinero”. No se puede estudiar más sin trabajar
para poder pagar más estudios, no se puede trabajar si no te desangras por tu
empresa, no te puedes desangrar por tu empresa si no tienes vocación y si
estudias o tienes una familia, amigos o vida social….Esa no es mi vida.
Mis expectativas eran volver a
casa de mis padres, a depender totalmente de ellos y saltar de trabajo basura
en trabajo basura (si tuviera suerte de encontrarlos) hasta el fin de mis días
esperando, que a mis 26 años sin llegar al año cotizado pueda tener una pensión
digna en el fin de mi ardua y soporífera vida…En eso quieren convertir la
“clase media”, una clase con estudios, preparada y sin pretensiones económicas,
joven y con ganas de investigar, aprender, seguir formándose y con vocación.
Así que yo, como muchos otros, me voy, nos vamos.
Pero no nos vamos porque
queramos, por formarnos o aprender idiomas, nos vamos porque nos echan a
patadas. Y señores, eso no es ni será bueno, los jóvenes preparados se van, los
experimentados se van, nos vamos a buscar nuevas oportunidades y una vida, con
suerte volveremos para la jubilación habiendo aportado nada a nuestro país,
porque nuestro país no nos está aportando nada. Que diferente sería todo si en
vez de facilitar la entrada de las empresas en nuestro país facilitarais la
entrada de personas preparadas, con becas de investigación, emprendedores con
nuevas ideas y nuevos proyectos que harían temblar los mercados, gente con
vocación social capaz de reorganizar la pobreza, de ayudar a la gente a
levantarse, o gente con ganas de educar.